¿Para qúe nos enfermamos? Cambios de clima, comienzos de clases y el tema enfermedades comienza...

Comenzaron las clases, llegan los primeros fríos del otoño y comienzan a aparecer mocos, toses, gripes y temas virales tanto en niños como padres. Comienzo a escuchar entre los padres historias de bronquiolitis, broncoespasmos, kinesiología para bebés y chicos, noches sin dormir, guardias visitadas  y mucho cansancio de parte de todos.

¿Se dieron cuenta que recién empieza el año escolar? No paro de sorprenderme de cómo la enfermedad nos atraviesa a todos y nos deja de cama.

¿Qué podemos hacer con todo esto, qué sentido tiene la enfermedad en nuestras vidas, y más aún, en la de nuestros hijos?

Tomar conciencia, darle sentido, elegir aprender de lo que nos pasa, conectarnos con lo que nos pasa y evitar querer salir del paso rapidito, porque en mi experiencia, lo rápido y fácil nunca lo es y sale caro y tarda mucho. Las enfermedades que no entendemos como procesos del alma, esos mensajes que nos permiten crecer, siguen volviendo, y ya no hay antibiótico, puff o nebulización que alcance. Como adultos y si la enfermedad está en nosotros podemos tomarnos el tiempo de conectar con qué nos quiere decir nuestro cuerpo, que nos pide, que no le estamos dando o escuchando que necesita. Toma como mucho 10 minutos este proceso y puede ser más poderoso y efectivo que todo el ibuprofeno del mundo. No alcanza con darse cuenta, sino que nos toca decidir qué hacer con eso que escuchamos del cuerpo y comprometernos a un cambio, a darnos aquello que nos esté pidiendo. Tal vez esa sea la parte difícil porque “compite” con otros temas en nuestras vidas, otras “prioridades”. Sin embargo, toca re-evaluar prioridades y elegir sabiendo que lo hacemos en libertad y con la responsabilidad de cuidar nuestra vida. Si podemos cuidarnos poder cuidar.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando la enfermedad en nuestros hijos? Lo mismo aunque no podemos preguntarles que nos quiere decir, pero si podemos observar que está viviendo en este momento que puede estar interfiriendo en su salud. Cuando escucho “se contagió en el jardín” como única fuente de enfermedad me da pena, porque siento que nos perdemos gran parte de la película y la posibilidad de tomar conciencia y aprender a amarnos. Puede ser que el virus estuviera en los espacios cerrados donde convive con otros, pero ¿por qué algunas se enferman y otros no? Bajas defensas, estrés, cambios, qué está impidiendo que mi hijo esté sano y protegido por su sistema inmunológico. Puede ser algo simple como cambio en su dieta, o que se combinen factores emocionales como comenzar jornadas más extensas sin los padres, una demanda mayor de atención en tareas de aprendizaje, que sea el primer encuentro en un ámbito social si es que recién comienza la etapa escolar, o que en casa estemos todos tan apurados y “loquitos “ con las rutinas que no nos tomemos tiempo para descansar, disfrutar y comunicarnos entre nosotros. Hay mil posibilidades y en la medida que pongamos atención podemos darnos cuenta (tomar conciencia) y cambiar aquello que nos enferma. Tal vez sea muy pronto aún para que nuestro hijo se sienta seguro comenzando con al jardín o maternal y entonces requerirá más tiempo y seguridad para poder hacerlo, sin presiones ni apuros por parte de nadie, en especial a quienes más necesita, sus padres. Tal vez nuestros hijos mayores necesiten más ocio después del colegio sin estímulos externos como visitas, salidas, tele, ipads, etc. Y en ese ocio es probable que necesiten también contacto, escucha, compañía de los padres y adultos que los aman y están listos para abrazarlos, acurrucarlos, aún cuando se crean demasiado grandes para eso. ¿Quién puede decir que no necesita un abrazo cada tanto? No descartemos lo obvio: todos necesitamos mimos, y nuestros hijos en gran medida dependen de nosotros los padres para dárselos.

Y mientras estemos enfermos veamos cómo queremos tratarnos. Podemos elegir ir a una guardia en medio de la noche o darnos un baño de vapor y esperar al otro día para estar mejor o llamar al médico de la familia para consultarle. Por ahí es tiempo de plantearnos si contamos con la ayuda y apoyo de profesionales a los cuales recurrir o mismo si no es tiempo de cambiar y elegir otras alternativas. Un padre hace poco me dijo que ante los broncoespasmos de su bebe de 1 año estaba planteándose una solución de fondo y a largo plazo para lo cual quería experimentar con la homeopatía. Bienvenidos sean los cambios que nos ayuden a buscar soluciones de mayor profundidad e ir más allá del síntoma actual.

Termino con la invitación a que paremos unos minutos y evaluemos nuestra salud desde un punto de vista más amplio que sólo lo que nos pasa. Ahondemos en qué podemos estar haciendo o no haciendo para que nos pase y por otro lado qué sería amoroso para nosotros y nuestros hijos para sanar.

La sanación mas profunda viene del amor y no hay amor sin conexión interna y toma de conciencia así que abramos esta puerta a nuestro interior, conectémonos y dejemos que todo nuestro amor sane nuestro cuerpo y alma.

Con amor y gratitud,

Denise Dziwak