"¿El pediatra te dejó?" o "¿Y el pediatra qué te dice de..?

Creo que he escuchado esta frase varias y repetidas veces desde que soy mamá y la mayoría de veces me enganchaba a contestarla. Hace un tiempo, años ya, me hacía sentir incómoda como si tuviera que explicar mis elecciones validándolas con la opinión de un “experto” o alguien que en la mente del que preguntaba tenía más autoridad que yo como madre para decidir sobre lo mejor para mis hijas.

Claramente hay diferentes ideas o creencias sobre quién es la mejor persona para decidir por un niño. ¿En qué lio me metí? Es un cuestionamiento muy complejo, controversial, pero quisiera compartirles lo que en mi experiencia me dice mi alma que es la respuesta. Y abriendo el paraguas aclaro: la respuesta a la que hoy tengo acceso según mi nivel de conciencia actual.

¿Quién sabe que es lo mejor para un niño?

El niño. No hay nadie mejor que una persona para saber que es lo mejor para esa persona. Tendemos a creer que los niños son menos sabios o menos capacitados porque tienen menos años o menos palabras en su léxico o menos experiencia de vida. Sin embargo, están mucho más en contacto con su instinto de preservación, con la vida y cómo cuidarla y menos teñidos de creencias y paradigmas sociales sobre lo correcto en cada situación. Sí, la primera y más importante opinión es la del niño.

Me dirán: “un bebé no puede hablar y decirte lo que necesita”. El que dice esto nunca vio un bebé a los ojos y lo sostuvo en brazos con amor y apertura. Requiere muchísimo amor, confianza y apertura (soltar los pre conceptos e ideas sobre lo correcto) para escuchar a un bebé y decodificar su mensaje. Cada mamá sabe en el fondo de su corazón lo que su hijo necesita desde el primer momento de vida. Claro quemuchas madres y padres hemos perdido el contacto con nuestro corazón, con nuestra esencia y por eso nos cuesta tanto escuchar la de otro. Pero es una gran oportunidad cuando estamos frente a esta posibilidad. Escuchar a un bebé o un niño lo que es mejor para ese niño. Preguntarnos: ¿qué es lo más amoroso que puedo hacer por mi hijo en este momento? Y…lo más difícil, esperar la respuesta sin salir corriendo a buscar quien nos la responda de afuera. Ojo, tal vez la respuesta interna sea: llevarlo a un medico para que nos ofrezca un diagnóstico y si eso es lo que escuchamos internamente, hagámosle caso. Pero un diagnóstico no es una sentencia, y cada vez más encuentro médicos abiertos que permiten un sinfín de posibilidades y dan lugar a que los padres tomen las decisiones importantes para sus hijos.

Definitivamente el pediatra de mis hijas es ese tipo de médico y le estoy sumamente agradecida (datos al finalizar el post!). Es alguien que primero: ESCUCHA, como todo ser humano amoroso. Y cuando escucha que el padre habla desde el miedo, lo cuestiona, instruye y ayuda a despejar “la cancha” para que podamos tomar las mejores decisiones sin el miedo por delante. Segundo, ofrece apreciaciones, opiniones y opciones como tales, no como verdades absolutas y eso habla de HUMILDAD y de querer compartir, dialogar y no persuadir o imponerse.  Y que tercero tiene profunda COMPASIÓN y ACEPTACIÓN por los padres que lo consultan ,sin necesidad que hagan su recomendación, validando que lo que han hecho hasta ahora es lo mejor que pudieron hacer dadas las condiciones externa e internas.

¿Ustedes que buscan en su médico? Doy por descontada la preparación médica o experiencia que ni con cien títulos y cursos pueden acreditar la experiencia de vida y sabiduría que porta una persona. Pero esa es mi mirada. No me guío por la opinión de quien es “el capo de …”, porque eso ya me hace ruido internamente. He encontrado excelentes profesionales jóvenes y maduros, en guardias, hospitales y consultorios privados, algunos recomendados, otros no. Yo tengo una sola forma de validarlo, mi experiencia interna: ¿es una persona que trata al otro como persona, la escucha, valora, estima, acepta con amor, quiere ayudar sin someter, quiere dar por completo lo que trae en su ser? Entonces en mi mirada es un excelente profesional que puede ACOMPAÑARME en decidir qué es lo mejor para mis hijas.

Finalmente somos los padres quienes tenemos el gran regalo de la vida de decidir es mejor curso de acción habiendo escuchado profundamente lo que nuestro hijo necesita. Tal vez alguna persona nos acompañó en ese proceso de escucha pero nada reemplaza la voz del alma, nuestra propia alma.

Los invito a tomarse un tiempo ante cada cuestionamiento con nuestros hijos para centrarse en su corazón y preguntarse: ¿qué es lo mas amoroso que puedo hacer por mi hijo en esta situación?

¿Cómo saber si la respuesta viene de la mente pre condicionada o del alma?Muy fácil, fíjense cómo los hace sentir la respuesta. Si la respuesta genera ansiedad, culpa, miedo, depresión, inseguridad no es muy fiable. Si la respuesta los hace sentir en profunda paz, con seguridad y amor en su corazón, esa es la correcta aunque contradiga todo lo que creyeron que sabían sobre el tema en cuestión.

Démosle una voz a nuestros niños escuchando nuestra propia alma.

Con amor y gratitud,
Denise