Adicción a las Distracciones
By Por la Dra. Margaret Paul traducido por Arantza IbarburuOctober 26, 2012
Algunas adicciones son obvias, como la comida, las drogas y el alcohol. Algunas adicciones son sutiles, y la adicción a las distracciones es una de ellas.
Mientras crecíamos, experimentamos muchas situaciones en la vida que nos causaron un profundo dolor. Cada vez que perdimos a alguien a quien amábamos, o nos gritaron, ridiculizaron, avergonzaron, ignoraron, no nos vieron o no conectamos con, abusaron física o sexualmente, o fuimos tratados de cualquier forma poco amorosa, nuestros pequeños corazones se rompían. Pero nosotros no podíamos manejar ese dolor tan intenso, por lo que tuvimos que aprender varias formas adictivas de manejar ese sentimiento. Puede que hayamos aprendido a comer, a disociarnos de nuestro cuerpo y vivir en nuestra cabeza, a ver la TV, a tener pataletas, a ceder, y cantidad de maneras para evitar el dolor que no podíamos manejar.
Algunas de las formas que aprendimos son obvias, como el alcohol, las drogas o la comida. Pero otras no son tan obvias, tales como la adicción a distraerse.
Barlett no recurrió a la adicción a sustancias ni incluso a muchas adicciones a procesos mientras crecía. En lugar de eso, distraerse de sus sentimientos se convirtió en su mayor adicción. Empecé a trabajar con Bartlett poco después de que su largo matrimonio acabara. Pronto me di cuenta de que, en lugar de sentir su dolor por el divorcio, Bartlett se desviaba del mismo hablando con todo tipo de detalles de lo que su ex le había dicho hace poco o de como su ex lo trataba. Pasaba tiempo y gastaba energía preguntando por qué ella hizo lo que hizo, o por qué él hizo lo que hizo. Cada vez que le paraba y le preguntaba qué era lo que sentía, hacia una pausa y entonces decía en voz baja, “ el corazón roto”. Era una adicción tan profunda que en cuanto se daba cuenta de su dolor , en segundos, se lanzaba otra vez a los detalles del “Pobre de mi, ella me dijo esto, y luego yo le dije esto otro”. Su yo herido se sentía más a salvo viéndose a si mismo como una víctima que sintiéndo su auténtico dolor por el divorcio.
Megan hacía algo parecido. Megan había aprendido a poner toda su atención en su cabeza en lugar de en su corazón y en su alma. Estando en su mente, ella no tenía que sentir el dolor de la vida. Cuando descubrió que su marido estaba teniendo una aventura y estaba enamorado de otra mujer, ella hizo algo parecido a Bartlett. Era una mujer muy inteligente, que podía soltar párrafos que había leido sobre personas como su marido, analizándo una y otra vez a su marido en un intento de mantener a raya su dolor. Una y otra vez la traia devuelta a estar en su cuerpo, a sentir sus sentimientos, para que pudiera aprender a sentirlos y manejarlos en lugar de estar continuamente evitándolos, ya que el evitarlos le estaba causando migrañas.
Max, un hombre joven al final de la veintena, utilizaba la misma distracción, aunque ligeramente diferente. Max había sido un alma perdida durante mucho tiempo. Después de graduarse en la universidad, no tenía ni idea de lo que quería hacer con su vida, por lo que se fue a vivir con su novia y trabajaba haciendo chapuzas. Pero su novia estaba ya cansada de su irresponsabilidad y le había echado.
En mi primera sesión con Max, empezó a hablar de con cuanta frecuencia la gente se había aprovechado de él, queriendo siempre cosas de él. Era una persona con una gran sensibilidad, que probablemente estuviera en lo cierto sobre que la gente se aprovechaba de él, ya que era un hombre my atractivo. Pero enseguida se me hizo evidente que Max tenía la costumbre de exteriorizar su miedo. Cuando yo le presionaba, admitía que tenía un enorme miedo al fracaso, el cual le había mantenido lejos de realizar cualquier esfuerzo en su vida. Su terror provenía de un profundo dolor de su niñez, de cuando su padre abandonó la familia y él creyó que fue por su culpa. Cuando su miedo surgia, inmediatamente se distraía hablándome de quien estaba intentado hacerle daño, quien le seguia, quien estaba intentando manipularlo. Su paranoia era una forma de exteriorizar su miedo.
Como Max, Megan y Bartlett aprendieron a manejar su dolor, fueron capaces de dejar su adicción a distraerse.
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A sense of entitlement is common these days. People who feel entitled believe that they are more important than others and that their needs should come first. They are the takers. Caretakers support the takers. Caretakers believe they are not as important as others, that their needs should come last. Takers need to practice compassion for others. Caretakers need to practice compassion for themselves.
By Dr. Margaret Paul