El reto de aceptar nuestra impotencia sobre los demás

La impotencia o desvalidez es un sentimiento muy difícil; incluso se puede sentir como un asunto de vida o muerte para aquellos de nosotros a los que nos dejaron llorar por horas cuando éramos bebés, sin nadie que viniera a ayudarnos. Porque de bebés y de niños pequeños somos tan impotentes y desvalidos sobre nosotros mismos, puede disparar sentimientos de pánico. Es difícil recordar, en estos momentos cuando el miedo se dispara, que como adultos, no somos impotentes ni desvalidos sobre nosotros mismos.

Para muchos de nosotros, el miedo profundo que fue programado en nosotros cuando fuimos niños pequeños puede disparar el deseo de controlar de nuestro yo herido, cuando nos sentimos impotentes y desvalidos sobre las elecciones de los demás.

¿Qué haces tu cuando te sientes impotente y desvalido ante el otro?

• ¿Te molestas y te irritas con la otra persona?
• ¿Te enojas y culpas?
• ¿Te colapsas en las lagrimas de víctima?
• ¿Explicas, te defiendes, sermoneas o enseñas?
• ¿Te desconectas, cerrando tu corazón y retirando tu amor?
• ¿Doblas las manos, cediendo a lo que el otro quiere?
• ¿Te resistes, haciendo lo opuesto de lo que quiere la otra persona?

¿Por qué? ¿Qué esperas al comportarte con cualquiera de estas maneras, protectivas y controladoras?

• ¿Esperas convencer a la otra persona para que cambie?
• ¿Esperas evadir el dolor de la impotencia, soledad y devastación que puedas estar sintiendo como respuesta a la elección del otro?
• ¿Esperas sentirte seguro, en lugar de ansioso o apanicado?

La motivación básica del yo herido es sentirse seguro a través de obtener control sobre recibir amor y evadir el dolor. Cuando alguien hace algo que dispara tus sentimientos de impotencia y desvalidez, soledad y devastación, tu yo herido se mueve a la acción.

La otra opción

La otra opción es muy retadora para la mayoría de nosotros. Esta opción es aceptar completamente que ultimadamente nosotros no tenemos control sobre los demás.

¿Qué harías diferente si aceptaras esto?

Lo que yo hago es moverme a la compasión por mi misma – por el sentimiento tan doloroso de impotencia y desvalidez. Yo odio este sentimiento tanto como cualquiera, y no puedo decir que siempre tengo éxito en no irme a mi yo herido. A veces, cuando el comportamiento de otro es extremadamente doloroso para mi, todavía se dispara mi pánico de la infancia y quiero controlar a la otra persona. Se me hace muy retador no ser reactiva cuando alguien es abusivo o cruel, o que de una manera profunda ha traicionado mi confianza. Pero yo también se lo importante que es seguir trabajando en eso.

Tan pronto como me doy cuenta que estoy siendo reactiva, me muevo a la compasión por mi misma, ayudando amorosamente a mi niña interior a sentir el intenso dolor de la impotencia y desvalidez, soledad y devastación. Me envuelvo a mi misma con la calidez y el poder de mi guía espiritual, para que así no este sola con estos sentimientos.

En este punto, me desengancho amorosamente de la situación. Por lo general me siento tan triste que necesito estar sola y llorar. Llorar me ayuda a mover el sentimiento a través de mi para que así no me quede atorada en el dolor. A veces necesito hacer un proceso de enojo para liberar más el sentimiento. Después hago más trabajo interior para aceptar completamente que no tengo control sobre la otra persona.

¿Hasta que punto son tus conflictos, peleas y desconexión el resultado de no aceptar la impotencia sobre el otro? Tomate un momento para pensar en una relación importante en tu vida, donde hay conflicto y/o distancia. ¿Es este el resultado de no aceptar tu impotencia sobre los demás, y de no estar dispuesto a sentir estos sentimientos tan dolorosos? Puede ser que quieras considerar aprender a manejar estos sentimientos, en lugar de continuar tratando de evadirlos, de maneras que crean problemas en las relaciones.